viernes, 1 de septiembre de 2017

Sonrisa negra


Masticas la pasta negra,
tal vez rumiando
la negligencia del cielo.
Los oscuros humores
se esparcen bajo la silla
clavada frente al mar.
El petróleo reptante
asfixia la flora
y los sueños hacen
sus últimas gárgaras.
Aahh! Los ojos,
esas uvas negras chorreantes.
La piel pétrea se descascara a ratos
y me regala alguna grieta
por la que se cuela el sutil
resplandor de tu sonrisa.
Risas de niños merodean;
rasguñan las paredes
empapeladas por extraños paisajes.
El arcoíris con el lodo
hasta las canillas.
Los recuerdos recrean
una Pompeya arrasada por la lava
y sólo sobreviven
con expresiones espeluznantes.
Alas que chapotean
en un denso balbucear,
y ahora no son más que figuras
estacionadas entre las cenizas,
entre la repetición de un rasguño mudo.
Me inclino hacia atrás
en el silencio del tiempo;
veo al segundero arrastrar
sus pesados y viscosos pies
mientras danzan los soles
en los horizontes lejanos.
El viento empuja las manchas
por las paredes del paisaje;
chorrean congelándose
en un chirrear de dientes.
Tu calor,
esa marioneta deshilachada sin brazos,
no lo debí pedir.
El crujir,
el vaivén de la mecedora
se mezcla con el craquelar
de la sonrisa negra;
se mezcla en el alquitrán
de una espera.





viernes, 3 de marzo de 2017

8 y ½

Probando las pistolas en el patio de la casa. Justo la boca y los ojos quedaron sobre las uniones de los ladrillos… pero bueno, es parte de lo que puede ser

Guardián II

Una tarea pendiente de hace rato: montar esto en el lugar para el cual fue pensado. Gracias a Eduardo por la ayuda

domingo, 5 de febrero de 2017

Entre Flanders y Kepler

En un capitulo de los Simpsons, antes de que la serie se transformara en una mierda intragable, se muestra cómo Homero logra convertirse en un ser super-inteligente luego de que los médicos logran extraer un crayón de su cerebro, alojado ahí desde que lo inhalara en su infancia. Ahora muy inteligente será, pero sigue siendo un idiota, claro está. Y en su afán por atormentar a Flanders, escribe en un papel algo que parece ser una formula o cálculo y se lo entrega. Obviamente no vemos qué hay en esa hoja, pero suponemos que lleva alguna especie de prueba de la inexistencia de Dios. Flanders, luego de leer, chequear, asentir, y encontrar correctos los datos, se precipita a quemar esta peligrosa prueba, claro no sin antes asegurarse de que nadie lo vea; tal infamia debe desaparecer. Sí, es una escena de las clásicas.

Ahora, poniendo en perspectiva la jocosa escena, hagamos el ejercicio de ponernos en los zapatos de Flanders. ¿Qué harías tú al encontrarte de frente con una prueba contundente que tire por la borda las creencias que has atesorado por larga parte de tu vida? ¿La quemas al instante, o te atreves a compartirla, no sin algo de dolor, en la plaza pública? Evidentemente, todo esto no funciona de forma tan gráfica, puede incluso suceder a nivel más inconsciente. De hecho, esta escena podría estar pasando ahora sin que lo notásemos. Son pocos los que se atreven a hacer tambalear o destruir lo que se ha edificado como su fundamento, a quedar sin piso, a adentrarse en la intemperie de un camino desconocido.

Recuerdo una vez, estando atrapado en una de esas conversaciones teólogo-místicas, me encontré con una mujer que mostraba mucho enfado al tener que tropezarse con mis ideas, algo distintas en materia de divinidad. Le indignaba que me preocupara más por la falta de luz que parece haber hoy en día, que de la que me puede esperar en algún universo después de la muerte. No podía aceptar mi postura y pensaba que sólo lo hacía para llamar la atención, como cual adolescente que apetece mostrarse como un rebelde. Su cabeza era como un globo inflado al máximo, en que si alguna idea nueva intentaba entrar, podía fácilmente reventar. Siendo así, era comprensible su aprehensión. En un momento compartió con sus amigas que más sintonizaban con sus dichos, que se veía a sí misma como un ser de luz proveniente de otras vidas y otros mundos, no menos lumínicos, y que ahora habitaba sólo de paso una forma humana (Al parecer, había que agradecerle la visita). Confesó que esa idea le gustaba mucho, y he aquí un punto clave: adhería a esa teoría, más que por razonamientos o reflexiones, por un atractivo estético.

No la podemos culpar. Muchas de las ideas a las que adherimos, no sólo religiosas, también políticas, literarias, artísticas, ontológicas, incluso económicas, como teorías del juego, etc., tienen más que ver muchas veces con una apreciación estética. En lo más burdo sería que: nos parecen lindas. Intentamos pensar que todo confluye en armonía a una estructura o sistema que hemos elaborado e idealizado, y más aún si nos sitúa como individuos en un protagonismo mágico. La ecuación se ve linda en la pizarra e intentamos forzar la realidad para que se ajuste a ella.

Johannes Kepler, fue un brillante astrónomo y matemático alemán. Mientras se dedicaba a estudiar el movimiento de los planetas alrededor del sol, elaboró una teoría que hacía calzar las órbitas de los seis planetas descubiertos hasta entonces y sus distancias con el sol, con las circunferencias que dibujaban los cinco sólidos perfectos contenidos uno dentro de otro. La maravilla de la geometría platónica y pitagórica coincidía con el tejido del universo circundante. Ambas, creaciones de un único maestro arquitecto y geómetra: el Dios creador. Entusiasmado y enamorado de una idea tanto interesante como bella, se dedicó a recopilar datos para confirmar su teoría. El milagro de la creación no podía funcionar de una forma menos armoniosa. A poco andar, Kepler se encontró con su propio Homero en los datos recopilados por Tycho Brahe, y en la evidencia de nuevos planetas descubiertos por Galileo gracias a su telescopio. ¿Qué hizo Kepler? A pesar de lo duro de tener que dejar atrás su teoría arquitectónica, fue fiel a la información; y en vez de descorazonarse, se sintió desafiado y motivado por el nuevo panorama que se habría frente a él. El universo funcionaba más complejamente de lo que su idealización primera pretendía, y esto lo hacía admirar más aún la creación de Dios. En definitiva, Kepler siguió con sus estudios y sus observaciones y finalmente llegó a las conclusiones que revolucionaron el mundo de la física y la astronomía. Las tres leyes de Kepler descubrieron de forma visionaria los secretos que escondía el entramado del universo. 1.- Las órbitas de los planetas eran elípticas, no circulares, y el sol se ubicaba en uno de sus focos; 2.- Los planetas recorren áreas iguales de la elipse en tiempos iguales; 3.- En la que se describe el tamaño de las órbitas y el tiempo que les toma dar la vuelta al sol. Nada de esto hubiese sido posible si no se hubiese atrevido a sacrificar muchas de las ideas que trabajosamente había forjado a lo largo de su vida. ¿Quieres hablar de desapego? Este es el real. Arriesgar tus bases fundacionales para ir en busca de la verdad.

Existen muchos conceptos a los que nos encontramos atados. Incluso aquellos en apariencia más revolucionarios, pueden no ser más que una atadura respondiendo a otra atadura. Muchos de estos pesados conceptos los hemos ido clavando nosotros mismos a nuestro fuselaje. Enamorados de cómo lucen, cómo suenan o cómo se leen ciertas ideas; y sobre todo cómo nos hacen lucir, ya sea como individuos o como especie. Otros muchos, claro, los hemos heredado y otros se nos han impuesto por distintos medios; pero tememos ofender con el descrédito a algún maestro, a nuestros padres, a un Dios iracundo, a alguien que queremos, o simplemente tememos enfrentarnos al rechazo de nuestra comunidad.

El asunto es: ¿Qué harás tú cuando te encuentres con tu Homero y su papelito? ¿Serás un Flanders o serás un Kepler? ¿Te atreverás a mirar la inconmensurable extensión del universo inexplorado, o preferirás la seguridad de las habitaciones de un pequeño castillo de papel?  ¿Qué harás cuando te encuentres con la verdad frente a frente? ¿Serás capaz de adentrarte por el riesgoso camino de lo indeterminado? ¿Serás capaz, en su momento,  de mirar a los ojos a Dios, aunque de ellos sólo llegue a emanar nada más que el maravilloso vacío insondable?

Greda

Por ahí paseando por las formas, uno de esos excelentes y anacrónicos trabajos de contemplación.


Y faltaba el gato blanco


sábado, 14 de enero de 2017

En la geometría... en el árbol...

Lignina y hexágonos





miércoles, 21 de diciembre de 2016

Mi nuevo gato posando bajo la lluvia

El Árbol Muerto


    Un tronco de un árbol muerto en la orilla de un camino o en las arenas de la playa, maestro del arte abstracto y del diseño, del diálogo de millones de ecuaciones, de los fractales que también cantan en la despedida. El éxtasis coreográfico del desvanecerse, de microorganismos, bacterias, ácidos nucleicos; del carbono soltando las manos y todos tomando las maletas. Las moléculas hermosamente danzando mientras algo se seca, se oxida, se erosiona, se pudre, se desvanece en manos del viento. 
     Suelo utilizar la figura del vampiro para referirme al concepto malévolo de lo estático. Y es que lo más oscuro de un vampiro no está en la imagen de un asesino en serie que vacía de sangre a algún desgraciado transeúnte por ahí, que según las probabilidades ya estaría quizá vaciado por la televisión y los medios de masas. Si no que lo más satánico de este  personaje se encuentra  en su carácter de imperecedero, en su calidad de inmortal. Todo lo estático se me hace anti-natura, algo que juega en contra del flujo del universo, algo que busca anquilosarse en las ramas crecientes de un árbol. Por eso incluso la imagen del Paraíso bíblico puede adherirse a este concepto de satanismo debido a su naturaleza estática. Apreciar lo bello del acto de entrega desinteresada de convertirse en abono para el crecimiento de una vida de una planta o un ser humano que seguramente nunca conocerás, y no la búsqueda del Dios taxidermista de los “bien-aventurados”.  Lo divino habita en el movimiento constante del cosmos y de la vida, en su flujo interminable.
     Hermann Hesse decía que no apreciaba mucho las cosas inertes y perpetuas, tales como piedras o metales preciosos, objetos inoxidables, elementos que dialogan escasamente con el entorno. Tal vez conceptos similares inspiraron las “pinturas” de David Lynch, compuestas, entre pastas y pigmentos, de material orgánico, y que a los días despedían hedores e invitaban a hormigas y moscas. Recuerdo también ahora el poema “la Carroña” de Baudelaire con aromas similares. Bueno, obviamente hay muchas más obras de este tipo a las que hacer referencia, obras que nos recuerdan que a esta danza estamos cordialmente invitados. Y es que la podredumbre nos salva. Te libera cuando te atrapa lo estático, cuando te niegas a bailar con el divino movimiento. Así como pasa con las ideas que intentan permanecer rígidas y canónicas, y que son fina y finalmente penetradas por el oxido ambiental. Y lo vemos suceder con muchas ideas políticas y religiosas, intentando aferrarse a construcciones metalizadas, pero que no dejan de lucir como postes de fierro después de años a la orilla del mar. Sucede menos con la ciencia, que es capaz de moverse aunque tenga que para ello sumergir en ácido alguno de sus fundamentos o a alguna de sus grandes eminencias. 
     Así es que si en tu vida fuiste un idiota consumado, un gran vendedor, uno de aquellos que subastaron a sus madres, o a la madre de sus amigos, o a la de su pueblo; bueno, en la putrefacción encontrarás tu redención, y la belleza te tocará nuevamente cuando te envuelva la inconmensurable danza de las partículas. Y junto al camino o en una playa, serás nuestro compañero cuando te bese, como a nosotros, el soplido ceniciento del olvido.

martes, 23 de febrero de 2016

Café Trabalengua

Las chicas del Café Trabalengua.
Me encanta este lugar. Seguro les pasará lo mismo.


miércoles, 29 de octubre de 2014

Guardián 1


Estas son las primeras experiencias de un vaciado de cemento en un molde de yeso. Siempre en estas pruebas existe un riesgo de perder lo que trabajaste en el modelado, pero para averiguar y conocer las posibilidades no hay mejor forma que lanzarse y hacerlo.

Y siempre aparecen situaciones inesperadas, como en este caso la reacción de la mezcla de cemento al contacto con el molde de yeso seco. Así se puede ver que en la figura hay partes que no alcanzaron a llenarse del todo bien; lo que hizo que la fina capa exterior, como especie de cáscara que es la que lleva el detalle, se desprendiera en varios lugares. Aún así, que tenga la apariencia de haber sido rescatado de unas ruinas, no estaba en los cálculos y me parece que no está nada de mal.

Cuando te lanzas en este tipo de cosas, y casi como en todas las cosas, intentas anticiparte calculando y pensando teóricamente en todos los escenarios. Sin embargo está ahí la experiencia aguardando para recordarnos y mostrarnos las posibilidades que habitan más allá de lo que imaginamos. Y algunas veces, no siempre, pero algunas veces nos espera con buenas sorpresas.


lunes, 4 de noviembre de 2013

Pequeña figura en greda

Eso, tan sólo una pequeña figura en greda.
Preparándose para el molde y saliendo del molde.

sábado, 28 de septiembre de 2013

En las plumas de una noche

En noviembre del año pasado decidí encerrarme en casa para dedicarme a trabajar en varias ideas que tenía dando vueltas en la cabeza. Una de ellas es esta pequeña prueba, resultado del intento de acercarme a algo que tengo en mente desde hace algún tiempo y para lo que no tengo prácticamente ninguna referencia. La verdad es que tengo más una sensación que una idea clara de lo que quiero lograr, así que tendré que trabajar y experimentar mucho en ello. Bueno, está en pañales, y aún habiendo varios aspectos gráficos que arreglar, creo que es un buen comienzo. Siempre es bueno materializar algo para poder arrancar, léase como se lea eso.





martes, 9 de julio de 2013

La decepción en la espalda

Parece que tengo la decepción en la espalda, porque ciertas mañanas duele más que la cresta.


A principios de año se me vino la idea de hacer este dibujo. Desperté varias mañanas con un molesto dolor de espalda y una de ellas apareció en mi cabeza una frase y una imagen. En su momento no le encontré mayor asunto no sabiendo qué podía significar, pero con el correr de los meses los acontecimientos se sucedieron de tal forma que todo comenzó a cobrar sentido. El verano pasado el Ayahuasca y una amiga bruja me dieron el mismo consejo, casi al mismo tiempo y casi con las mismas palabras: que tenía que acallar mi intelecto y racionalidad; algo así como una experiencia a la Jodorowsky, esa de: ¡Intelectual, aprende a morir! Qué puedo decir, me gusta mi ser racional, es parte de mí, pero es absolutamente necesario hacerlo guardar silencio de vez en cuando para poder descubrir esa otra parte nueva (nueva para mí, claro está). De a poco nos damos cuenta que hay un sin número de cosas dialogando con nosotros, y debemos pensar en otro lenguaje porque, definitivamente, usan otros códigos, manejan otras lógicas. Extrañamente, las experiencias de este tipo se sucedieron en gran número. Haces, sueñas, dices y ves cosas que no sabes de dónde vienen, y de pronto te das cuenta que no son algo nuevo, que estaban ahí desde hace algún tiempo y que sencillamente no les habías puesto atención. En fin, a veces el arte se nos hace clarividente y no nos damos cuenta.

sábado, 1 de septiembre de 2012

"El Cacho"


El Cachito moribundo

Hace un rato vengo cachando que, sin darme cuenta, he ido cambiando mi calendario solar por uno lunar. Así me la paso, viendo pasar el tiempo contando esferas luminosas en el cielo.
Ahora a mi gato se le ocurre marcharse en una hermosa noche en que un gran farol cuelga desde lo alto de la gran bóveda. Supongo que quería transitar por un camino claro.
Las imágenes románticas andan en leva, y yo, parezco un perro vagabundo con el olfato encantado por los rebosantes aromas mientras camino con una pala y un chuzo por los bosquecitos de Isla Negra iluminados por la luna llena; los húmedos y silenciosos tejados también dialogan con el brillo azul nocturno. Es el momento en que las pulgas comienzan a abandonar el barco.
El “Cacho Benito”, como a veces le llamaba, probablemente sólo vino a despistar a la muerte un rato de estos lares, quién sabe. Como sea, gracias por la compañía y buen viaje compañero.

martes, 24 de julio de 2012

Los Viejos

Aún no logro descifrar cuál es el sentimiento que maquilla los rostros otrora juveniles de mis viejos. ¿Esperanza, resignación, clarividencia? Probablemente algo sencillo, pero sí definitivamente algo pesado, peso que los ha ido deformando con su extenuante carga. Sus rostros no han envejecido, más bien se han cansado caminando largo tiempo por paramos donde habitan sueños desnutridos, otros moribundos, y algunos emanando ya aromas putrefactos. Lamentablemente todos sabemos que esta historia se repite por millares a nuestro alrededor.
Hace años leí en un una columna del Artes y Letras, de no recuerdo quién, que desarrollaba algunas ideas de lo que podía ser la vida después de la muerte; pese a mi escepticismo o distinta visión frente al tema, algo me pareció interesante: que uno al otro "lado" lleva la imagen del momento en que fue más hermoso en la vida. Evidentemente creo que no se refería sólo a la belleza física. Me suena algo similar al concepto de la imagen residual que llevas cuando entras a la Matrix, o el de cuando sales a dar una vuelta por el mundo astral ¿Cuándo será nuestro momento de mayor hermosura... estando jóvenes... viejos? tal vez ya lo vivimos, o aún nos queda mucho para eso ¿podremos permanecer en ese estado sin kilos de Botox, del normal y del místico? Tal vez nuestro momento más bello es cuando simplemente estamos atiborrados de bobas e inocentes esperanzas.

lunes, 28 de mayo de 2012

Cazuela

Una cazuela puede llevar muchos ingredientes: afecto,… amistad, cariño,…  gratitud,… confianza,……. respeto,… complicidad,………. admiración, incluso por qué no, unas piscas de amor. En fin, los ingredientes pueden ser diversos, pero definitivamente sin fuego no calientas el plato.
Es decir, sin pasión la cazuela no se cocina.
Así, sin pasión por el sonido no se cocina un músico.
Sin pasión por la forma no se cocina un escultor.
Sin pasión por los espacios no se cocina un arquitecto.
Sin pasión por lo que habita más allá de lo conocido no se cocina ni un científico, ni un filósofo, ni un poeta.
Sin pasión por lo humano tampoco se cocina un ser humano.
Sin pasión sencillamente la vida no se cocina.
Y cuando, llegado el momento, la muerte tome nuestra mano, avanzaremos junto a ella cargando tan sólo un plato frio y desabrido en la otra.


Estamos trabajando para lograr esta escena.
Sin embargo, creo que una pasión difícilmente te la puedes inventar.
Más bien, la tienes que descubrir, o aún más ciertamente, redescubrir.

miércoles, 11 de abril de 2012

Joaquín

El hermoso hijo de Berta.

domingo, 8 de abril de 2012

66 (1° parte)

Boceto a grafito sobre papel couché